lunes, 5 de diciembre de 2011

El Encuentro



Hace 28 años cuando realizaba mis estudios de bachillerato en el INEM José Félix de Restrepo de la ciudad de Medellín, conocí a dos jóvenes que decidieron empuñar las armas para defender sus ideales. Luis Fernando  Chica ingresó al ejército de Colombia, su desempeño y constancia lo llevaron a obtener rango de teniente, mientras que  John Mario Gallo ingresó a las FARC y se convirtió en comandante de cuadrilla. Sus destinos se cruzaron en agosto de 1998 cuando el  grupo guerrillero atacó con más de 800 efectivos la población de Miraflores, Guaviare. Luego de dos días de intenso combate, los militares se rindieron, 9 de ellos murieron defendiendo el batallón mientras que otros  22 fueron secuestrados por la guerrilla, de estos la gran mayoría fue liberada, durante las conversaciones de paz de San Vicente del Caguán, otro fue liberado por el ejército en la operación Camaleón en el 2010.
 13 años después de esta toma guerrillera, los 3 secuestrados restantes permanecen en algún lugar de las selvas colombianas, a la espera de un posible acuerdo humanitario.
En esta pieza se plantea un hipotético reencuentro entre los dos condiscípulos.
Personajes
Prisionero: (Chica) Militar  que desde hace 13 años está en poder de la guerrilla, ingresó a las fuerzas armadas a los 18 años y fue hecho prisionero en la toma de Miraflores, Guaviare. Ha sufrido de malaria y leishmaniasis.
Simona: Guerrillera, Morena santandereana,  de 25 años, mujer maciza y fuerte. Ingresó a las FARC cuando tenía 15 años, su familia fue asesinada por paramilitares del Magdalena medio.
 Carlos Lenin: Joven Guerrillero, ingenuo y medio pendejo, reclutado en un barrio popular de Medellín.
Comandante: (Gallo) Hombre alto y fornido, oriundo de Sopetrán , Antioquia   ingresó a la guerrilla a los 16 años, como muchos creía que la lucha armada era el camino para traer la justicia social y el bienestar a nuestro país, está cansado de matar y de esta maldita guerra.
Guerrillero: Campesino desempleado, ingresó a la guerrilla buscando una oportunidad económica, le encanta que le digan qué tiene que hacer para así, no tener que pensar.
Lugar: Selva Colombiana
Año: 2010
Escena 1
Es de noche , se escucha el aleteo de las chicharas y de la lluvia rebotando contra un toldo de plástico, se ilumina suavemente el escenario como si estuviera amaneciendo , se entrevé una persona levantándose de un catre de campaña , se sienta y busca algo  debajo del mismo, el cabello negro , largo cae por sus hombros  ,lo ata en forma de cola de caballo , saca una bota plástica y se la calza , luego la otra, se incorpora y toma una linterna , la enciende y dirige el chorro de luz a la izquierda dejando ver 3 catres más ,habla con voz firme pero sin gritar con acento santandereano.
Simona: Ole, a levantarse que amaneció y hoy llega el comandante.
(Silencio) Los cuerpos se van incorporando.
Un hombre joven, de acento paisa (comenta).
Carlos Lenin: Qué cansancio tan verraco, me siento como si me hubieran cogido a palo.
Simona: Eche a ver, no sea flojo, encienda el rescoldo pa´que hagamos tinto y ustedes dos a lavar los trastes, hay que traer agua y leña, pero apúrenle.
Silencio. Cada uno se dedica a lo ordenado, la claridad del día permite observar que están vestidos con pantalones camuflados. Cada uno toma una guerrera y se la pone. De  igual forma cada uno toma un fusil y se lo pone en bandolera , antes de comenzar con las actividades.
Escena 2
Debajo del toldo de plástico negro, en una mesa de tablas comen los guerrilleros, se sirven arroz y han abierto una lata de atún. Frente a ellos detrás de un angeo de gallinero está un hombre demacrado, flaco, viste un uniforme que alguna vez fue verde, de su  tobillo derecho cuelga una  cadena más o menos de un metro de largo, el otro extremo está pegado a un estacón.
Prisionero: (Con acento paisa) ¿Será mucho pedirles que me lleven al baño? me aguanté toda la noche.
Simona: Pues le va a tocar esperar un poco más ¿No nos ve comiendo o qué? Tenga consideración
Prisionero: ¿Y a mí quién me considera?
Simona: (con rabia) Si tiene mucho afán hágase ahí ¡no joda!
Prisionero: (con calma, pero seguro de sí mismo) Si me cago aquí después no se quejen.
 Simona: (ordenando) Vea Carlos Lenin, lleve a ese suiche al rastrojo, cuidado lo deja volar que lo cuelgan de donde sabemos.  
Carlos Lenin desata la cadena del palo y la pone como grillete en la pierna izquierda al prisionero.
Carlos Lenin: nada de trucos o me toca quebrarlo.
Se alejan.
Prisionero: ¿Entonces qué Carlos, si me va a ayudar? Vea que ya no soporto más, usted y yo somos paisas, somos casi vecinos, venga piense en mis hijos, (sollozando) vea son 13 años.
Carlos Lenin: (susurrando) No compa, ni me hable de eso, si le ayudo a mí me dan de piso.
Simona: (gritando) Olé ¿lo está limpiando o qué?, dejen la garladera que llega el comandante.
Regresan, y el prisionero es atado de nuevo al estacón. Los guerrilleros se dedican a sus labores de rutina: uno corta leña, otro limpia un fusil, otro cocina. Simona se baña con totuma detrás de una cortina plástica
Escena 3
Se escucha a Quilapayún en una vieja grabadora de casetes.
Simona: (cantando mientras se peina)….y ahora el pueblo con voz de gigante /gritando adelante, / el pueblo unido, / jamás será vencido…
Carlos Lenin: (entra corriendo) Compañera Simona, ya llegó, viene cruzando la quebrada.
Simona: Ole, mano, deje el agite y limpie rápido, ponga a calentar el café.
Pausa 30 segundos mientras Simona y Carlos Lenin organizan el cambuche, entra el comandante, como todos viste de camuflado, es alto 1,80  y macizo.
Comandante: (También es paisa) Quiubo pues Simona, (ordena, sin levantar la voz) muchachos vayan por el equipo
Simona: (Coqueta) Quiubo mi comandante ¡dichosos los ojos!, venga le sirvo su cafecito.
Le da la espalda, aprovechando la salida de los guerrilleros, el comandante la abraza por detrás y recorre con sus manos los pechos y las nalgas de la mujer.
Comandante: (Le susurra al oído) Negra rica, me has hecho mucha falta, pero de hoy no pasas.
Simona: (siempre coqueta, se voltea y lo mira de frente) ¿De verdad? ¿Y por qué me ha tenido tan abandonada? Pa´ mí que usted tiene otras y les dice lo mismo.
El comandante sonríe y calla, toma la taza de café que está en la mesa, lo sorbe y finalmente agrega.
Comandante: Ve negra, si eso fuera así, no habría venido a pasar el año nuevo con vos.
Simona se acerca y lo besa, luego agrega.
Simona: (seductora) Tranquilo mi comandante que esta noche lo atiendo como se merece.
Escena 3
Frente a la mesa, terminando de almorzar se encuentra el comandante, Carlos Lenin y Simona lo atienden, los otros dos guerrilleros montan guardia.
Comandante: Y ¿Cómo van las cosas con el huésped?
Simona: Bien, aunque es muy requeñoso.
Comandante: (con voz de mando) Camarada Carlos Lenin, llévele algo de comer y asegúrese que tenga suficiente agua para bañarse.
Sale Carlos Lenin.
Simona: Y  a ese ¿Cuándo es que lo vamos a canjear? o ¿pá qué es que lo tenemos?
Comandante: (Mal humorado) Cuando el secretariado lo decida, vos seguí las órdenes y no preguntes tanto.
Se levanta, se organiza la guerrera, se ajusta y el cinturón y sale del cambuche.
Afuera Carlos Lenin y el Prisionero conversan.
Prisionero: Anoche tuve otro ataque de malaria, esta puta fiebre me está matando.
Carlos Lenin: Fresco que esta noche yo le traigo algo de medicina, si puedo me le consigo también un cepillo de dientes y otra camisa, esa está llena de rotos.
Prisionero: ¿Por qué me ayudas? Te vas a meter en un problema.
Carlos Lenin: Así sea usted el enemigo, es también una persona, además sus historias son bacanas y me hacen recordar muchas cosas de mi Medallo.
Prisionero: Te cambio el cepillo y la camisa por un buen tiro en la frente.
Carlos Lenin: ¿De qué me habla teniente?
Prisionero: Estoy cansado, enfermo, llevado del putas, la malaria y la leishmaniasis se comen mi cuerpo y mi cerebro, ayúdame, acaba con mi sufrimiento.
Carlos Lenin: el problema es que su vida no me pertenece, ni le pertenece a usted, es del secretariado, y mientras ellos lo decidan usted vive.
Se aproxima el comandante y le grita a Carlos Lenin.
Comandante: Bueno ya no más cháchara, anda a ayudarle a la camarada Simona.
Carlos Lenin se retira, el comandante se aproxima al prisionero.
Comandante: ¿Todo bien teniente?
Prisionero: ¿Ud. es guevón o qué? (repite la pregunta del comandante con sorna)  ¿todo bien teniente?  (Continúa hablando pero ahora lo hace con rabia y odio) ¿Cómo voy a estar bien después de todo lo que me han hecho , después de 13 años de vivir enjaulado como un puto pollo en esta malparida selva, destrozado por la malaria y la leishmaniasis? Ustedes el “ejército del pueblo” se han ensañado conmigo, pobres guevones que se creen  los herederos de Bolívar.
Comandante: (Con firmeza, aceptando el reto de su enemigo, sin gritar) No se le olvide con quién está hablando, esta no es la brigada  donde ustedes torturaban y asesinaban a los nuestros cuando los atrapaban, aquí (levanta la mirada y recorre la selva), aquí (enfatiza), aquí mandamos nosotros.
Prisionero: (se aferra del angeo que los separa y lo mira fieramente a los ojos) Usted no es mejor que yo. Nunca torturé y cuando maté a alguien lo hice con honor, como debe ser, en combate, como lo hace un verdadero guerrero, como un soldado.
Comandante: Pero dejó que sus subalternos lo hicieran, o acaso ¿no supo nunca nada de las violaciones, asesinatos y desapariciones?
Prisionero: Claro que lo supe (siempre con firmeza), yo mismo las denuncié, ahora contésteme una pregunta ¿sabía usted que sus hombres hacen lo mismo?
Comandante: (Con ironía) en la guerra y el amor todo se vale, se cometen errores ,pero nosotros sí tenemos normas claras, el que la caga se va de consejo de guerra y asume las consecuencias.
Prisionero: No, no todo se vale. Destruir un pueblo con cilindros bomba y tener soldados y policías retenidos pudriéndose en la selva por más de diez años es algo inhumano.
Comandante:(ahora con enojo contenido)No me hable de humanidad cuando el ejército le ha puesto uniforme a inocentes campesinos para demostrar a los medios que ha abatido guerrilleros, (enfatiza) no me hable de humanidad cuando en este país los paras y ustedes actúan amangualados y atropellan a la población civil como les da la gana.
Prisionero: y ustedes (con ira contenida, sacudiendo la alambrada) ¿No siembran el terror y masacran también? ¿No han volado oleoductos, secuestrado y asesinado? ¿No han llenado los campos con minas? ya sólo les importa la plata, antes hasta los respetaba porque tenían ideales ¿Cuánto les dieron por Ingrid y los gringos, cuánto se ganan con las vacunas, los secuestros y la coca? (Un ataque de asma lo hace toser fuertemente, se ahoga, se tira al piso en posición fetal)
Comandante:(Ordena, gritando) Carlos Lenin, abra la puerta y ayude a este hombre
Carlos Lenin, llega corriendo abre la celda, y lo ayuda dándole un poco de agua de una cantimplora.
Prisionero: (muy débil)  Al igual que yo usted se ve cansado, se le nota que le ha cogido asco a esta guerra y a tanto matar.
Comandante: Pero  yo peleo por una causa.
Prisionero: No (con lastima), al igual que yo usted pelea por poder, su causa se acabó hace mucho tiempo, usted sigue en la guerrilla  porque no tiene de otra, porque si se arruga los suyos lo quiebran.
Comandante: (sereno) No, ya no somos los pelaos que estudiaban en el INEM y los viernes se iban  de fiesta a tomar “tres patadas” al Poblado. Recuerde que desde entonces nos  supimos enemigos, con diferencias irreconciliables.
Prisionero: (melancólico) a veces sueño con esos días, fueron muy buenos, pero el tiempo pasa demasiado rápido y mire en lo que nos hemos convertido, parece que elegimos mal, que nos montamos en un paseo que no tiene marcha atrás, porque con esos políticos de mierda de este país y la voluntad de paz de su secretariado esta porquería de guerra va pa´ largo, para todos ellos es un buen negocio, la muerte deja buenas ganancias.
Comandante: Los políticos y los ricos de este país no se van a bajar de la posición en la que están, ¿qué nos ofrecen en una eventual negociación de paz? ¿Un taxi? ¿Un pedazo de tierra yerma en medio de la selva? , quieren que nos desmovilicemos y entreguemos las armas para matarnos cuando estemos indefensos. ¿Se le olvida lo qué pasó con la U.P.?
Prisionero: Mire Gallo, yo ya no soy su enemigo, por favor, máteme o déjeme ir, la selva y la malaria han acabado con mi odio y mis ganas de pelear, sólo quiero ver a mi familia, (sollozando) sólo  quiero salir de aquí.
Comandante: (Con tristeza) Mire Chica, al igual que usted, yo tengo un sueño, salir de esta selva y hacer algo diferente, pero la comandancia general me ha encomendado su seguridad y tengo orden de dispararle en caso de que se presente un operativo de liberación, si yo le ayudo asumo las consecuencias  y usted sabe cuáles son.
Se miran fijamente, en silencio, no hay rencor, sólo cansancio. No hablan más, el comandante se retira, entra al cambuche, llama a Simona.
Comandante: (cansado y con tristeza)  Ve negra servime un trago de whisky del que está en mi morral.
La mujer obedece se acerca al comandante que se ha sentado en uno de los catres  y le da un masaje en los hombros.
Simona: Alégrese mi comandante, que este año que viene va a ser mejor.  Va a ver como todo cambia .
Ultima Escena.
Oscuridad total , todos duermen menos Carlos Lenin que se encuentra de guardia, enciende una linterna pequeñita, se dirige a donde está el prisionero, abre la alambrada y entra , se arrodilla frente al hombre dormido, saca su puñal y se lo pone en el cuello. El prisionero despierta.
Prisionero: (sin miedo, ansioso) Por favor mátame , hundí el puñal en mi cuello, que el corte sea rápido.
Silencio, Carlos Lenin levanta el puñal y corta la soga de las manos del prisionero, a continuación saca una llave del bolsillo y  suelta el candado de su tobillo.
Carlos Lenin: Nos vamos, desde que soy su carcelero estoy cumpliendo una condena.
Prisionero: Si nos cogen nos matan, no es por mí que me preocupo, lo hago por vos.
Carlos Lenin: Seguir aquí es estar muertos, y yo quiero vivir, aunque sea un rato, quiero ver a mi familia, enfiestarme, fumarme un buen porro con mis amigos, hacer lo que me dé la gana, sin pedirle permiso a nadie.
Se levantan y en silencio comienzan a caminar, un guerrillero se percata de la situación, toma el fusil y grita
Guerrillero: ¡se escapan!
Las luces se apagan 5 segundos, luego encienden y apagan rápidamente, dejando entrever a los que huyen y a los que quieren detenerlos
Simona: (gritando) ¡Dales Plomo!  !quebralos!
(Confusión total)
Todos gritan al tiempo: disparen, alto, corra, vámonos, que no escapen.
El otro guerrillero, sale del cambuche y dispara una ráfaga de su fusil  hacia el sitio por donde corrieron los prófugos.
Fin




miércoles, 30 de noviembre de 2011

Las Crónicas e Historias de vida como fuente de la literatura testimonial y de la comprensión de imaginarios urbanos


Las Crónicas e Historias de vida como fuente de la literatura testimonial y de la comprensión de  imaginarios urbanos

Chronicles and Stories of life as a source of testimonial literature and understanding of urban imaginaries

Fredy Antonio Gil Pavas
Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín, Colombia

Resumen: Los relatos e historias de vida se han convertido recientemente  en uno de los grandes insumos en la formulación y realización de investigaciones de tipo cualitativo. El surgimiento de esta tendencia ha posibilitado el afianzamiento  epistemológico de la  psicología, la sociología, la antropología, la lingüística  y los estudios literarios, durante los últimos cuarenta años, ya que provee a las ciencias sociales y humanas de herramientas para el análisis y la comprensión de fenómenos ligados al desarrollo de las sociedades, mientras que los modelos de análisis cuantitativo arrojan respuestas en cifras y números que no satisfacen al investigador social. Los relatos e historias de vida adquieren gran validez, ya que  tienen como fin el  dar cuenta de procesos humanos, de momentos históricos, de movimientos políticos y culturales, cuya descripción está sesgada por la interpretación y por la percepción humana de aquello que denominamos realidad. Esta fuente de información que, con frecuencia, se diluye o contamina en el frágil tejido de la memoria, que no es mesurable, que no se le puede comparar ni cotejar matemáticamente, se configura, entonces, como un recurso que posibilita comprender momentos históricos y fenómenos sociales.
Palabras clave: crónica, historia de vida, investigación cualitativa, realidad. imaginario, ciudad.
Abstract: The stories and life stories have recently become one of the major inputs in the formulation and implementation of qualitative research. The emergence of this trend has enabled the epistemological consolidation of the psychology, the sociology, the anthropology, the linguistics, and the literary studies over the past forty years, since it provides the social and human sciences with tools for analyzing and understanding phenomena, while the quantitative analysis model, yield responses in figures and numbers that do not satisfy the social researcher. The stories and life stories, take on validity, which aim to account for the human processes of historical moments, political and cultural movements, whose description is biased by the interpretation and the human perception of what we call reality. This source of information often diluted or polluted in the fragile fabric of the memory, which is not measurable, which can not be compared or mathematically collated, is configured as a resource that enables understanding of historical events and social phenomena.

Key words: chronic, life history, qualitative research, reality, imaginary, city.

1.    Las crónicas e historias de vida en las ciencias sociales y humanas

“La story of life, el relato de vida,  es una  reflexión  de  lo social a partir de un relato personal. Por eso se sustenta en la subjetividad y la experiencia del individuo, no teniendo que ser este último una persona  especial, ya que sólo basta con ser parte de la sociedad a la cual se estudia.” (1) (Mallimaci F., 2006)

Las crónicas literarias e históricas nos hablan de  sucesos, personajes, paisajes y acontecimientos que están marcados por la visión de sujetos de carne y hueso, por sus ideologías, sus percepciones, escala de valores y prejuicios; nos permiten acceder a la visión propia de los sujetos, a los  protagonistas de los hechos y experiencias para escuchar de su propia voz cómo vivieron aquellos momentos, cuáles fueron los factores que propiciaron que determinadas situaciones acaecieran, quiénes fueron sus partícipes y cómo fueron asumidas las responsabilidades históricas, si es que en algún momento esto llegó a  ocurrir.

La historia oral como tal tiene interés en considerar el ámbito subjetivo de la experiencia humana concreta y del acontecer socio-histórico, como lo expresan los sujetos, ya que va a intentar destacar y centrar su análisis en la visión y versión de las  experiencias de los actores sociales con que se relaciona. Con frecuencia, este tipo de trabajo investigativo se convierte en “la voz de los que no tienen voz”; es decir, rescata a las personas de anonimato y les permite convertirse en interlocutores, con un trozo de verdad para contar. Con este tipo de elaboraciones biográficas, no sólo se aportan nuevos cuerpos de evidencia socio-histórica (las fuentes orales) sino que también se privilegia una aproximación cualitativa a los procesos del conocimiento socio-antropológico.

Las historias de vida propician el desarrollo de la práctica historiográfica al evaluar y analizar  fuentes primarias (los testimonios orales y los relatos personales), es decir ahondan y retoman  las fuentes vivas de la memoria, a diferencia de las fuentes de carácter documental , también llamadas secundarias, que se encuentran en documentos como las memorias, cartas, diarios, crónicas, autobiografías, etc. Las fuentes orales se componen básicamente de dos tipos: las propias historias de vida, los relatos de vida, y los testimonios orales producto de las entrevistas.

En la historia oral se trata  de recopilar un conjunto de relatos personales que den cuenta de la vida y de la experiencia de los narradores o informantes entrevistados. Cada unidad, fragmento o cuadro narrativo forma parte de un relato de vida, común, que los reúne y articula. Una sucesión amplia y extensa en diversidad y profundidad de relatos de vida, puede llegar a constituir el cuerpo de una autobiografía, generada en la situación de la entrevista oral; autobiografía que se diferencia de aquel documento personal generado en soledad y que por iniciativa propia produce el personaje (libros de memorias).

En la historia oral se puede optar por dos caminos que no son excluyentes, sino más bien complementarios: a) producir "historias de vida" y b) realizar una historia oral de carácter temático. El decidir cuál emprender, depende de los intereses, objetivos, posibilidades, recursos y tiempos, así como de la intuición personal y de la oportunidad del investigador para relacionarse con los personajes adecuados en ambas vías y de esta forma armar el cuadro con diferentes  versiones, algunas veces con versiones  opuestas y contradictorias.

Debido al el interés por el enfoque biográfico que  se presenta hoy día  en las ciencias sociales y humanas, la historia oral ha venido a cubrir un vacío manifiesto en la investigación cualitativa  contemporánea. De tal forma que en las últimas tres décadas, un conjunto de puntos de partida conceptuales, métodos de análisis y herramientas de investigación le han permitido a la historia oral consolidarse como una práctica de investigación científica y adquirir el perfil de un amplio movimiento de interacción académica y disciplinaria (la antropología, la etnografía, la sociología, los estudios literarios, los estudios del folclor, la sicología y las ciencias de la comunicación y la educación). Más aún, el enfoque biográfico ha sido un decidido impulsor de la revaloración de los métodos cualitativos y ha propiciado no sólo su utilización, sino su enriquecimiento, con el aporte de nuevos enfoques y perspectivas de análisis, básicamente, en torno a lo que constituye su materia prima: la oralidad.

Desde sus inicios como campo disciplinario, la historia oral ha pretendido aportar un más profundo conocimiento de los procesos sociales, históricos y culturales que son dignos de atención en el presente, pero que han surgido a partir de la necesidad de cuestionar y replantear críticamente la práctica misma del historiador o del investigador positivista más convencional. Para ello, debe tomar en consideración a los sujetos sociales, antes invisibles en la investigación tradicional y desplegar nuevas miradas críticas sobre las fuentes de la historia oficial, y afrontar el desafío de construir sistemáticamente nuevas fuentes con base en la palabra, para generar la versión propia de los actores sociales.

Esta nueva práctica y estilo de investigación se genera  a partir de la experiencia desarrollada, entre 1915 y 1940,  en la que se ha denominado “La Primera Escuela de Chicago”, en la cual se inician una serie de investigaciones en el ámbito de las ciencias sociales, que estarían marcadas por un ánimo cualitativo e influenciadas por el “Pragmatismo” de John Dewey (Moreno, 2006);  estos trabajos estaban enfocados al análisis y descripción de problemas urbanos ligados a la creciente violencia fruto de la aparición de bandas de crimen organizado, ligadas a la ley de prohibición, así como al crecimiento desproporcionado de la ciudad, producto de la gran movilidad de personas del campo a la ciudad y por fenómenos migracionales, relacionados con la crisis de la primera y segunda guerra mundial. Este nuevo modelo de estudio marcaría un hito relevante en la concepción de la investigación cualitativa, al abordar al personaje común, al hombre y mujer de la calle, al tener en cuenta sus percepciones e idiosincrasia como objeto de estudio. Sin embargo, este modelo no se realizó en un estado de aislamiento intelectual o de práctica científica positivista. Gracias a su contacto e interacción con otras ciencias sociales, la historia oral fue gradualmente adquiriendo, adoptando y apropiándose de un conjunto de conceptos, métodos, instrumentos y técnicas específicas, modelos de trabajo y estilos de vinculación social que, desde las otras disciplinas sociales y humanistas, parecieron útiles y apropiadas para lograr sus objetivos. Ellas fueron la antropología, la psicología, la sociología, la lingüística, los estudios sobre el folclore y los estudios literarios, entre otras disciplinas. La confluencia e interacción de éstas ha sido un factor central para el crecimiento y el fortalecimiento de esta práctica de investigación social e histórica. El vínculo con todas estas disciplinas facilitó a la historia oral unir su pragmatismo original, alrededor de la construcción de nuevas fuentes y archivos orales, con la necesidad de adquirir una postura teórica y reflexiva más acorde con el papel que juega la práctica historiográfica en el tiempo presente. De esta forma, "la historia oral pudo dejar de lado cierta literalidad anacrónica y romántica que la caracterizó en sus primeros años” (Aceves, 1996).

2.    Las historias de vida en los imaginarios de ciudad
“Cuando hablamos del imaginario, ¿qué se quiere decir? El imaginario no son solamente las fantasías, no son ilusiones, es la imaginación libre, es lo que no es realidad, poco a poco se va volviendo preciso el concepto. Los imaginarios son visiones del mundo que tenemos. No es utopía. Tampoco es inconsciente colectivo. ¿Qué es hoy en día el Imaginario Urbano? Tiene que ver con una construcción estética del ser humano. Y en eso se emparenta con el arte y con los sueños, pero no son ni lo uno ni lo otro.” (Silva, 2007)
Los relatos e historias de vida se configuran, entonces, como la posibilidad de comprender los imaginarios que pueblan nuestras ciudades y que explican a sus habitantes; en ellos podemos encontrar los mecanismos con los que los seres humanos pretendemos explicar y controlar el cosmos, los  símbolos con los que los grupos humanos se identifican y con los que representan sus instituciones sociales, sus escalas de valores, sus temores, sus alegrías, sus frustraciones y sus  esperanzas.
En este gran entramado, las historias de vida nos ayudan a comprender el poder evocador de la música, de los lugares, la comida, los olores, las celebraciones, los rituales, los fantasmas y  fanatismos de los que adolecemos, como miembros de una colectividad. Además nos permiten  comprender la ciudad y sus dinámicas desde una perspectiva de “Urbanismo ciudadano” (Silva), mucho más profundo, que si se enfocara desde el urbanismo arquitectónico, ya que para ser ciudadano no es necesario vivir la en la ciudad: el espacio físico no hace a las comunidades, son los grupos humanos quienes construyen el espacio físico y lo pueblan con sus símbolos.
La condición del  investigador social requiere que éste sea capaz de  entrar en contacto con los demás, ya que la configuración de los imaginarios le permiten la comprensión de la realidad en la que vive determinado grupo humano, comprender sus sistemas simbólicos, su cosmogonía, los mitos que unen a una cultura determinada, la cohesionan y le dan razón de ser en el mundo. El investigador social debe entonces salir de su medio aséptico y anti-bacterial para mezclarse con el grupo humano que pretende describir y comprender y, de esa manera, poder conocer las narraciones míticas sobre su origen, sus transformaciones, sus desplazamientos y migraciones; este ejercicio permite que las comunidades recobren su memoria y afirmen su identidad, se reconozcan en sus luchas, en los miedos que los acechan, en sus angustias y sus esperanzas, para sí crear nuevas posibilidades y las transformaciones sociales necesarias para salir del marasmo cultural, visualizando alternativas de salida a sus conflictos y contradicciones.
Narrar la historia permite al narrador volver sobre su pasado, verbalizar las experiencias; lo lleva a pensar en su condición y en las consecuencias de sus actos;  la narración ejerce pues un efecto de catarsis y de sanación, capaz de reconciliar a las personas consigo mismas al ponerlas en confrontación con su pasado y su presente para, así, soñar un mejor futuro.
3.    Los imaginarios de mi cuidad
Pensar a Medellín es mucho más que pensar en sus edificios, sus calles, sus centros comerciales, sus espacios educativos, recreativos y culturales; es también pensar en eso, intangible, que identifica, une y polariza a sus habitantes; es detenerse a observar sus dinámicas sociales, la multiplicidad de formas de pensamiento  que confluyen y coexisten en ella. En tonos de claro oscuro, aparece  este gran collage, en el que  no son nítidos ni los colores ni las formas. Sin embargo, es aquí donde laboramos, amamos, aprendemos, jugamos, vivimos,  sobrevivimos y morimos.
La ciudad no se encuentra en las moles de cemento que configuran sus construcciones: ella es un ser vivo que respira, se alimenta, juega, aprende y olvida; acoge y rechaza, se enferma y sana, excreta y también muere. La ciudad está en el aire, en sus olores, en las aguas que la recorren, en los colores y los trazos  que la embellecen o  la ofenden; está en el miedo de sus alambradas, rejas y cámaras de vigilancia; está en los ojos de los huérfanos, en el contonearse de las putas y los travestis, en la oscuridad reflejada en los ojos  de los asesinos, en el color de las frutas en las plazas de mercado, en las fauces de los perros callejeros, en el caminar cansado de los viejos, en las risas de los niños y los gritos de gol en las calles, en la ostentación grotesca de los traquetos y en la turgencia de las tetas de silicona de sus mujeres, en las ensordecedoras  bocinas de los buses, en las músicas que nos aquietan o nos exaltan, en el hambre de sus indigentes, en la estúpida  terquedad de los vigilantes, en la paranoia e ineptitud de los empleados públicos, en el amor y la ternura de las abuelas, en una madre que cada mañana lleva a sus hijos a la escuela, en la conversación con los amigos alrededor de una taza de café o de unas cervezas, en la esperanza que aún, después de 20 años, alumbra los ojos de las mamás  de los desaparecidos, en el desplazado que mendiga en los semáforos, en el olor a marihuana y meados del centro, en las manos callosas de los obreros. Si quieres conocer a Medellín, búscalo en su gente.















Bibliografía
1)    Malliaci, F., Giménez Believau,V. Historias de Vida y Método Biográfico, Estrategias de Investigación Cualitativa. Barcelona. Gedisa 2006
2)    Moreno, A. Historias de Vida e Investigación. México. Fondo de Cultura Económico .2005
3)    Aceves lozano, J. Un Enfoque Metodológico de las Historias de Vida. Ciesias. Mexico.2006









       



La Mona


En la vida todo se puede
A principios de los años 50 el papá de la mona llegó una tarde a la finca donde vivían en Montenegro, Quindío, y le ordenó a sus hijas que empacaran rápidamente, ya que debían abandonar el lugar que hasta el momento había sido su hogar. Mercedes, la mayor de las hijas, al principio se opuso, pero su padre le ordenó con firmeza que callara e hiciera lo que le pedía; puso fin a la discusión cuando le preguntó: “¿prefieres que cuando lleguen  las violen después de matarme?” Las hijas no protestaron más  y obedecieron en silencio. Empacaron con tristeza, ya que la pequeña propiedad les parecía un sitio agradable, allí habían sembrado una huerta que les proporcionaba  legumbres y aromáticas, tenían un gallinero y Cenelia, la segunda hija, tenía su taller de costura. Era un lugar en el que por fin se habían podido establecer después de haber deambulado por Caldas, Quindío y Risaralda pero, como siempre, la condición de liberal y simpatizante de Gaitán de su padre,  don Jesús María,  ponía en riesgo la vida de la familia.
La violencia que se manifestó en Colombia, después de la muerte del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, había segado la vida de no pocos de los primos y amigos de don Jesús María; desde los púlpitos de las iglesias, muchos curas azuzaban a la feligresía a acabar con los liberales, los enemigos de la fe católica. En Santa Rosa de Osos, el obispo Builes dijo a sus feligreses: “matar liberales no es ningún pecado, más pecado es matar a un perro”. Desde entonces, el territorio antioqueño, el viejo Caldas y el norte del Valle se convirtieron en lugares signados por la intolerancia, y peligrosos para cualquiera que comulgara con ideas diferentes a las establecidas por el régimen; los “pájaros”, asesinos de estirpe conservadora, actuaban con precisión e inmisericordemente.
Don Jesús María nació a finales del siglo XIX en Mesopotamia, Antioquia; desde muy pequeño, fue muy inquieto y trabajador, fue arriero, alfarero, agricultor y albañil; conoció  a su primera esposa cuando fue a vivir, a Santa Rosa de Cabal,  con unos tíos suyos que tenían una finca cafetera; su matrimonio duró poco ya que su mujer murió, como era frecuente en aquella época, después de dar a luz a un hijo varón. Solo, sin mucho dinero, decidió dejar el niño al cuidado de unos familiares y se fue a vivir a Montenegro (Quindío). Allí, conoció a Ester Julia, una hermosa mujer de ojos claros  que sería la madre de sus  hijos: cinco mujeres y tres varones. Tanto trabajo de parto y las condiciones de salubridad de la época terminarían con su vida antes de llegar a los 32 años. Las hermanas mayores se convirtieron en las madres de los más pequeños, asistieron a la escuela rural hasta tercero de primaria, cuando ya sabían medio leer y escribir y conocían los rudimentos de las cuatro operaciones aritméticas básicas, para cuidar la familia y al marido: “una mujer no necesitaba  estudiar mucho”, decían las abuelas.
Como muchas familias colombianas de la época, los Pavas viajaban constantemente en busca de un  lugar donde establecerse y por lo menos poder trabajar para ganarse el sustento: “su vida era muy similar a la del judío errante”, solía decir doña Cenelia, quien viajó, por gran parte de Colombia, ejerciendo eso que ella denominaba el rebusque: “la plata está hecha y toca ir a buscarla donde esté”.
Tenía sólo diecisiete años cuando llegó a Medellín y comenzó a trabajar en una fábrica de galletas que todavía existe, pero la echaron de allí un día, que más le pudo la sangre y su amor propio, agredió a un supervisor que la presionaba para que salieran  y que le hacía propuestas poco decorosas. Conoció, en el Bosque de la Independencia, a Mario, un muchacho moreno, dicharachero y muy buen bailarín; con él, se casó y tuvo la bobadita de nueve hijos. “En ese tiempo no se podía planificar porque no había con qué y evitar quedar embarazada era pecado mortal, además tenía la desventaja de ser extremadamente fértil”.
Con un marido que se bebía más de lo que se ganaba y con una obligación como la suya, la Mona, como cariñosamente la llamaban, hizo acopio de su gran inteligencia y tenacidad, fue así, como comenzó a conseguir el sustento de su familia, con una máquina de coser de pedal y vendiendo lo producido en el sector de Guayaquil, hoy conocido como el Hueco. La Mona tenía un corazón más grande que ella: era incapaz de soportar ver a alguien desamparado, no le era suficiente tener nueve hijos que alimentar; en su casa, dio alberge a niños de la calle, a los hijos de sus hermanas y a una gran cantidad de perros y de gatos. Cuando sus hijos le recriminaban, solía contestar: “yo no peleo por un plato de comida, ahora es alimento, en unas horas más ya sabemos lo que es”. A pesar de lo difícil de su situación económica, siempre alentó a sus hijos a estudiar y a aprender un oficio o profesión, “mientras  más cosas sepa uno en la vida, menos hambre aguanta”. Desde las cinco de la mañana, estaba levantada ya fuera cosiendo, haciendo arepas, inventándose algo nuevo que vender y con qué negociar: “si yo trabajara en una fábrica no me ganaría lo necesario, además que pereza uno estar encerrado en cuatro paredes, donde le estén diciendo qué hacer y qué no, esa vida no es para mí”.
Tuvo talleres de costura, tiendas, cafeterías,  almacenes de ropa, marqueterías, almacenes de vidrios, fábricas de espejos, crió pollos e hizo muchas más cosas, pero su pasión eran las ventas. “Cuando uno entra a un almacén con un producto, allí comienza el juego, entre quien no quiere comprar y el que tiene que vender”.
Su personalidad era arrolladora, pero muy firme, siempre logró lo que se propuso. Su gran meta: que sus hijos e hijas salieran adelante, “sin mendigarle nada a nadie, sin dejar que a uno lo pisoteen, porque nadie es más que uno”.
Una mañana de finales de octubre, recibí la llamada de una de mis hermanas; el mensaje fue contundente: “mamá está en la Cardiovascular”. Llegué lo más pronto que pude a la clínica y en el lobby me encontré con mis cuatro hermanas y mis cuatro hermanos; al abrazarme, una de mis hermanas me dijo: “dile que ya se puede soltar y descansar, dile que ya terminó su labor”. Entré en la sala de cuidados intensivos, la abracé por última vez y susurré el recado. Los doctores me dijeron que estaba sedada y que no me escuchaba, yo sé que sí. Dos horas más tarde, el médico que la asistía nos avisó su fallecimiento, recuerdo aún sus palabras “los quería tanto, que el corazón le creció hasta ya no caberle en el pecho”.